Monday, July 31, 2006

EDUCACION, CIENCIA Y TECNOLOGIA

Diagnóstico y propuesta para salir del hoyo
Vincular la educación con la ciencia y la tecnología es un axioma que vivimos desde la edad moderna, pero que entre nosotros pareciera negado por la crisis educativa. Todos los días podemos leer y hablamos de su retraso y baja calidad, de los terribles resultados de las pruebas aplicadas a nuestros estudiantes de educación básica, del Sutep, y de un sin fin de razones que parecen impulsarnos a una fatal resignación, de lo contrario, a un borrón y cuenta nueva, que finalmente es el peor de todos los remedios. Creemos, entonces, hundiéndonos en un profundo error, que es casi una burla hablar de ciencia y tecnología en medio de esa triste realidad, y que la brecha que nos separa de quienes hablan, dominan, producen y nos venden tecnología, es enorme, creciente y, seguramente, insuperable.
La realidad nos tiene que hacer ver con una primera y sencilla reflexión, que aunque no tenemos conciencia de cómo, estamos usando todo el tiempo la tecnología y, por ende, la ciencia. Que nos movemos, hablamos, nos comunicamos, vendemos, compramos, comemos, etc. Es decir, vivimos usando cada instante elementos, medios, datos, herramientas, que no son otra cosa que expresiones de la ciencia aplicada y convertida en tecnología. Es verdad que no diseñamos ni fabricamos todavía teléfonos celulares, motores, chips, o DVD, etc., (aunque ya producimos y exportamos software, como antes inventamos la Chaquitaclla para cultivar los andenes). ¿Pero no es acaso cierto que con todos esos elementos procesamos diaramente y generamos eventualmente, nuestro propio conocimiento y lo aplicamos? ¿No es verdad que los pocos avances logrados para el desarrollo y la reducción de la pobreza se basan o contienen conocimientos y tecnología? Si eso es así, entonces hay que preguntarse, cómo estamos educando a los niños y jóvenes, para conocer y luego usar bien y mejor cada vez esa presencia explosiva de la ciencia y la tecnología, de cuyo manejo y aprovechamiento sagaz depende en última instancia el progreso social.
Lo que queremos sostener o proponer es que la introducción de la ciencia y la tecnología que se da por la fuerza en la vida real, no está siendo debidamente atendida en la educación. Que no obstante algunos primeros esfuerzos en la modernización de la educación aún no podemos despertar en toda la ciudadanía, y en particular en los responsables de la educación, una percepción suficiente de esa realidad, y que seguimos arrastrando todavía el peso de una concepción discursiva, académica, instructiva y memorística de la educación.
Sabemos que nuestra inversión en ciencia y tecnología en términos del PBI del país es ridículamente baja, en comparación con los países de América Latina, y sabemos también que no hemos sido capaces siquiera de proveer la contrapartida necesaria para poder usar el préstamo del BID, que ya está listo para el programa de ciencia y tecnología consensuado por el Concytec. Y ni hablar del Museo de Ciencia y Tecnología, que sigue durmiendo el sueño de los justos. Sabemos que están pendientes los incentivos a la industria para la reinversión en ciencia y tecnología. Pero no solo se trata de esas grandes cuenstiones pendientes que, dicho sea de paso, tampoco son materia de las propuestas o preocupaciones del gobierno entrante. Estos son temas, sin duda, pendientes y que debemos enfrentar y resolver con urgencia, y que atañen a diversos sectores del Estado y de la actividad privada, pero no son el foco de este comentario.
Se trata, primero, de advertir cuál es la percepción de los peruanos sobre la ciencia y la tecnología, y su consecuente reacción en la vida diaria, en especial en la esfera vital de la educación. Y luego se trata de impulsar vigorosamente un esfuerzo educativo nacional, consistente e integral en el tema de ciencia y tecnología. Es necesario, imprescindible, casi es materia de vida o muerte de la sociedad peruana, hacerlo, y hay que comenzar reforzando su presencia en el Proyecto Educativo Nacional del Consejo Nacional de Educación.
Es ese sentido, y como una suerte de "flashes" de avance hacia una educación constructivista, nos parece importante destacar dos logros significativos que están marcando la orientación que proponemos, y que además nos permiten dar un toque de optimismo contra esa suerte de lugar común que se ha dado en la opinión de muchos expertos en educación y algunos políticos, de mostrar solamente lo mal que estamos en la educación. Se trata de la buena noticia poco difundida en los medios de comunicación, de la entrega de módulos de ciencia y tecnología a maestros capacitados en comunicación, matemática y educación inclusiva, en número de 85 mil, junto con 100 mil manuales técnicos y guías de tutoría, recientemente anunciada por el viceministro de Educación.
En menor medida, pero de gran trascendencia también, es de destacar el programa Tarpuy (sembrar en quechua), impulsado por la Academia de Ingeniería, con apoyo de la Asociación Peruano-Británica y con participación del Tecsup, que ha capacitado en tres años a 162 profesores de los colegios de Fe y Alegría en la aplicación de módulos demostrativos de ciencia y tecnología, que permiten una educación vivencial en el crucial tema que nos ocupa.
Juan Incháustegui
Exministro de Energía y Minas.

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